Aprovechando que quería dejar constancia de mi amor por Tetris y cierta versión portátil en particular, resumí la rocambolesca historia que hay detrás de él. Un lío de derechos de explotación, cartuchos retirados de las tiendas y más. ¿Sabías que se vendieron más de 30 millones de unidades en su versión de Game Boy? Nunca un juego y un sistema estuvieron tan perfectamente hechos el uno para el otro, el matrimonio ideal.
Del odio al amor
Cuando era niño, nos prestaron la NES original, la Nintendo Entertainment System. Dicha consola terminó dando vueltas por casa durante todo un año, tiempo que aprovechamos para alquilar y probar muchos títulos. Ya teníamos una Master System, pero a esa temprana edad (nací en el 84) no contemplaba si una era superior a la otra. Me interesaban los juegos, y NES tenía montones, un catálogo insuperable. Junto al cartucho del coche fantástico, que no tenía nada de fantástico y me sentí engañado, este curioso invento de nombre Tetris, fue alquilado por mi tía y resultó ser el juego que más detesté. Dejad que lo explique…

Quien me conozca sabrá de mi entusiasmo desmedido por Tetris, continuamente me deshago en elogios hacia este rompecabezas, no concibo una pieza de software más ingeniosa, elegante y adictiva que ésta. ¿Qué falló entonces? Gustó tanto a toda mi familia, que las varias veces que ese cartucho pasó por nuestro hogar, la NES estuvo siempre ocupada, exactamente igual que cuando descubrimos el Shanghai de Master System, un juego de Mahjong al que yo no le veía ningún sentido, pero los adultos acaparaban la consola durante horas, días y semanas.

Es fácil de entender por qué le cogí un poco de manía, y más siendo un niño interesado en juegos que aportasen acción inmediata. Me desesperaba su ritmo inicial, no tenía paciencia para avanzar hasta que la partida se animaba, y si además este juego interesaba tanto a los mayores, deduje que no podía ser muy bueno. Todo el sentido del mundo.
No empezamos con buen pie Tetris y yo, no comencé a verlo con otros ojos hasta que me regalaron una Game Boy. ¿Y qué juego venía incluido con ella? Exacto, Tetris. Y con tiempo para jugar a mis anchas, donde y cuando quisiera, en un sistema portátil como éste, que era de mi propiedad y pocas veces compartido, se inició una tímida relación a largo plazo: de las partidas esporádicas cuando no sabía a qué otra cosa jugar, a la adoración absoluta que aún perdura.
El origen de Tetris
Este juego tan ingenioso surgió de la mente de mi tocayo Alexey Pajitnov en 1984, cuando trabajaba en la Academia Científica de Moscú. Dándole vueltas a la idea de los rompecabezas basados en pentominós, juego de lógica en el que hay que encajar correctamente dichas figuras geométricas sin dejar huecos en una cuadrícula, se le ocurrió un nuevo concepto. Lidiando con las limitaciones técnicas de su máquina de trabajo, en lugar de rellenar una cuadrícula, el objetivo sería vaciarla, y los pentominós, se reemplazarían por otro tipo de figura bautizada como tetrominós.
Lo que acontece más tarde es una guerra por su patente la mar de rocambolesca: el pobre Alexey no vería un mísero céntimo hasta 1996. Y la gran afortunada explotando esta licencia fue Nintendo, pero no porque hiciera nada reprochable, todo lo contrario. Nintendo fue la única compañía que, a ojos de la justicia (ahora voy con eso). adquirió legalmente el derecho de publicación de Tetris, y además tuvo el gran acierto de empaquetarlo con Game Boy. Un plan maestro que les hizo vender millones de consolas.

El primer hardware que dio vida a Tetris fue un Electronica 60 de la Academia Científica de Moscú. Vadim Gerasimov, un muchacho que también trabajaba en la Academia, portó su código a PC, hecho que disparó el interés por Tetris. En seguida llegó a nuevos sistemas y territorios, como Hungría. Allí, Robert Stein, dueño de una desarrolladora de software británica, vio el filón del juego y rápidamente quiso hacerse con los derechos de publicación.
Tanto deseaba llenar sus bolsillos, que el tal Robert Stein, antes de haber llegado a un acuerdo con Alexey Pajitnov (creador de Tetris), ya estaba vendiendo y licenciando el juego a MIrrorsoft, creadores de versiones para Atari ST y Spectrum. Increíble pero cierto. Más increíble aún es el morro de Stein, que al no conseguir los derechos de Tetris, pretendía hacer creer al mundo que en realidad los autores de Tetris eran húngaros; algo completamente falso. Su plan se vino abajo cuando la cadena CBS entrevistó a Alexey Pajitnov y lo presentó como autor del juego original.
En cualquier caso, Robert Stein ya estaba licenciando Tetris a otras empresas sin tener permiso del autor, ni tampoco de la Academia Científica de Moscú y, en primera instancia, del gobierno soviético. En aquella época, para Alexey era inaudito que su programa estuviera creando interés comercial fuera de su país, pensad que él y sus compañeros, hasta ese momento lo habían estado regalando, y si a alguien pertenecían los derechos de explotación, era al gobierno soviético. Puede que nosotros no lo entendamos pero así eran las cosas: Alexey era un asalariado del gobierno y el juego fue desarrollado con equipo tecnológico propiedad del mismo.
Si alguien quería los derechos de Tetris, con quien debía negociar era con ELORG (o Elektronorgtechnica), la organización encargada de la importación y exportación de hardware y software en la Unión Soviética, controlada por el ministerio de comercio exterior. Finalmente, el jeta de Robert Stein, llegó a un acuerdo con ELORG para hacer versiones de Tetris, pero con una condición: versiones solamente para ordenadores. Y de nuevo, Robert Stein hizo lo que quiso.
Para empezar, en ELORG no estaban recibiendo ni un céntimo de Robert Stein, incomprensible siendo Tetris un número uno en ventas, ¿dónde estaba el dinero? Y aún más chirriantes son los acuerdos que Mirrorsoft iba cerrando sin tener ni idea de que Robert Stein, quien les concede dichos permisos, en realidad carece de ellos. Sí, esta vez Robert Stein tenía los derechos de Tetris, pero el muy tramposo no avisaba de que sólo podía comercializar versiones para ordenador, por lo que cualquier compañía que negociara con él para lanzar un nuevo Tetris, estaba también limitada -sin saberlo- a esa cláusula que imposibilitaba, por ejemplo, lanzarlo en máquinas recreativas y portátiles.

Y es así, debido a todo este lío, que NES recibió dos juegos de Tetris (sin contar secuelas), uno programado por Nintendo, que había negociado directamente con los rusos, y otro de Atari y su subsidiaria Tengen, quienes nunca tuvieron realmente poder legal para lanzar Tetris en ninguna consola. El caso llegó a juicio, saliendo Nintendo victoriosa y mandándose la retirada del mercado de todos los cartuchos de Tengen. Atari alegaba que NES era un ordenador por disponer de puertos de expansión y el nombre original que recibía en Japón: Family Computer. Pero no, no coló.
Como decía, los cartuchos de Tetris creados por Tengen se retiraron de la circulación. No sólo los desarrollados para la NES, también los de Mega Drive, cuya versión estaba totalmente terminada y preparada para ser distribuida justo cuando el juez dictaba sentencia. Todos los cartuchos de Mega Drive se destruyeron antes de ser puestos en venta. Bueno, todos no, se cree que se salvaron menos de una decena, de los cuales sólo tres (a fecha de este artículo) están localizados y forman parte de coleccionistas muy privilegiados. No es ninguna leyenda urbana, estos cartuchos de Mega Drive existen y son auténticas rarezas que sólo aparecen en muy extrañas ocasiones, no como todos esos juegos de eBay mal llamados raros que siempre están disponibles.
Antes os hablaba de lo bien que le salió la jugada a Nintendo al incluirlo en un pack con Game Boy. Podríamos decir que Tetris es el mayor system-seller o vende-consolas de todos los tiempos. No era cuestión de estar interesado por los videojuegos, Tetris enganchaba a todos, ¡a todos! No valía con una partida, no podías abandonar después de probarlo, su aparente sencillez era a la vez su mayor trampa, jugaba con nuestros cerebros, que de alguna manera, necesitaban seguir resolviendo el problema que Tetris planteaba incluso cuando estábamos descansando. Esto es algo que más tarde se estudió y. fue llamado el efecto Tetris.
Era muy placentero para la mente, muy adictivo, y la recién lanzada Game Boy de Nintendo, era de lejos el mejor sistema donde jugarlo: económica, fácil de usar y portátil. Nada menos que 35 millones de cartuchos como éste se vendieron. No se entiende el fenómeno Tetris sin Game Boy, y no se entiende Game Boy sin Tetris. Fueron la pareja perfecta, mejor imposible. Además, era un título que lucía fantástico en la pantalla de tonos verdosos de Game Boy, no requería ningún esfuerzo visual, ni demasiada concentración para saber qué estaba sucediendo, como sí ocurría con otros juegos más complicados. Su jugabilidad se asimilaba en segundos y una vez eliminadas las primeras líneas, ya te había atrapado para siempre.

Esta versión para Game Boy contaba con dos modos de juego: el tipo A y el tipo B. El primero equivalente al modo endless o sin fin de los Tetris actuales, es decir, que podemos jugar tanto tiempo como nuestra habilidad lo permita, teniendo en cuenta que cada diez líneas eliminadas, pasamos a un nuevo nivel, donde apreciaremos un aumento súbito en la velocidad de la partida. El tipo B, por su parte, equivale a un modo sprint en el que empezamos la partida con más o menos dificultades dependiendo del nivel seleccionado, y el objetivo de eliminar 20 líneas para completar la partida. Dos modos de juego, diversión infinita.
¿El mejor videojuego de la historia? Posiblemente.